Derrame articular. Con frecuencia la rodilla aumenta de tamaño, se hincha, especialmente si ha existido un golpe previo. Hablamos de derrame refiriéndonos al aumento de líquido dentro de la articulación.
Para entenderlo: la rodilla esta rodeada por una membrana, una especie de “bolsa” que envuelve la articulación llamada membrana sinovial. Tiene células que segregan un liquido espeso y transparente que permite la lubricación articular, mejorando el movimiento. Cuando se produce un daño en la articulación, como la degeneración del cartílago o una rotura de un menisco, por distintos mecanismos se produce un mismo resultado: la membrana se irrita y segrega gran cantidad de líquido. Es la manera que tiene de “defenderse”. Hay un sufrimiento articular importante, el líquido produce distensión de la propia membrana, que esta inervada. Hay más dolor, y el paciente tiene que hacer reposo.
En otras ocasiones hay un dolor “a punta de dedo”, en un sitio bien localizado. Suele deberse a la inflamación de un tendón por esfuerzos repetidos: tendinitis poplítea, tendinitis del bíceps femoral (zona postero-externa), tendinitis de la “pata de ganso” (zona antero-interna).
También es muy habitual un dolor inespecífico, que como paciente resulta difícil de explicar, sin una clara localización ni desencadenante. En un gran porcentaje de casos se debe a desgaste del cartílago articular. Puede ser de un área determinada, como en la condromalacia rotuliana, o generalizado, como en la artrosis de rodilla avanzada.