EL fútbol es el deporte más practicado en el mundo. Implica fuerza y contacto en muchas fases del juego, por lo que la incidencia de lesiones es alta.
Solemos emplear como referencia en el ámbito sanitario el número de lesiones que se producen durante 1000 horas de exposición (entrenamiento o juego).

Factores de Riesgo

El entrenamiento es un factor de riesgo para lesiones por sobreuso, tipo tendinitis, mientras que los partidos de competición suponen aumentar el riesgo de lesiones traumáticas, como roturas musculares o ligamentosas.
Una lesión previa, muscular o articular, aumenta el riesgo de volver a sufrir una recidiva (“recaída”) en el regreso a la actividad física.
Y con la edad, a medida que el jugador/a va cumpliendo años, se aprecia un incremento de la frecuencia de las lesiones.

Se produce cierto aumento de las lesiones en campos de hierba artificial respecto los de hierba natural.

En algunos estudios se proponen otros factores, como la falta de flexibilidad del jugador/a, o la falta de un buen trabajo de fuerza muscular en cuádriceps o isquiotibiales.

Tipo y frecuencia de las lesiones

Hay distintos publicaciones con las frecuencias de las lesiones. Y presentan parecidos resultados.

  • Esguince.
    Lesión con muy alta frecuencia. La localización más frecuente es en tobillo (ligamento lateral externo), seguida de rodilla (ligamento lateral interno).
  • Rotura muscular.
    También es muy frecuente. Los músculos isquiosurales (o isquiotibiales) se ven afectados generalmente en la unión entre músculo y tendón (unión miotendinosa). También es posible ver la lesión en la unión del músculo con el isquion (pelvis).
  • Contusión.
    Puede ser articular, provocando una artritis traumática. El golpe en la rodilla (o en otra articulación) puede provocar una irritación de la membrana que cubre la articulación (sinovial), que puede secretar líquido, provocando el derrame articular. La contusión a nivel muscular también es habitual, y suele evolucionar favorablemente en un periodo corto de tiempo.
  • Extremidades superiores.
    Lesiones poco frecuentes. Una complicación grave es la luxación de hombro, que ocurre más en porteros.
  • Cabeza y columna vertebral.
    Suelen darse traumatismos en ocasiones en las que dos jugadores saltan para golpear con la cabeza al balón. Si el golpe implica perdida de conocimiento o desorientación, se debe abandonar el terreno de juego.

Gravedad de las lesiones

Las lesiones que provocan más semanas de baja (meses) y que son relativamente frecuentes son la rotura de Ligamento Cruzado Anterior y las fracturas en el miembro inferior (tibia, metatarsianos del pie).

El regreso a la competición tras una rotura de LCA se encuentra en torno a los 5-6 meses. Hemos mejorado en las últimas décadas en cuanto a la técnica quirúrgica, con mejor colocación de injerto del paciente de sus propios tendones isquiosurales o de su tendón rotuliano (técnica de hueso-tendón-hueso). Los estudios biomecánicos y la cirugía artroscópica nos permiten buenos resultados en cuanto a la reincorporación del jugador/a a la actividad deportiva, y la disminución de recidivas.
Pero no hemos conseguido disminuir esos tiempos de recuperación mínimos (5-6 meses) porque aún no somos capaces de acelerar los procesos biológicos de incorporación de la plastia. Estoy seguro que eso llegará, con los avances en terapias biológicas.

Otra cuestión a debatir es si el deportista llega a alcanzar su máximo nivel previo a la lesión. Existen muy pocos estudios al respecto, y la dificultad de valorarlo radica en que hay muchos factores que pueden influir (sesgos), como el entrenador que convoca o no al jugador, o el tipo de lesión (simple o con rotura de otras partes blandas asociadas).

Lo que es cierto es que existen muchos casos de jugadores/as que regresan a la competición y alcanzan un gran nivel de juego. Seguiremos trabajando en los servicios médicos de los equipos para que eso sea lo más habitual.

Prevención

El calentamiento antes de jugar debe ser progresivo, incluyendo estiramientos musculares y evitando al inicio el golpeo largo de balón, para evitar posibles daños musculares.

Por supuesto, espinilleras y botas adecuadas como parte de un buen material deportivo.

Las exploraciones médicas completas y periódicas pueden ser de gran ayuda. Es necesario evaluar parámetros de fuerza y elasticidad en las extremidades inferiores, para detectar posibles deficiencias y proceder a su corrección.

Se pueden realizar distintos test mecánicos y funcionales para evaluar la estabilidad de tobillo, rodilla y cadera.
A jugadores/as con episodios de esguinces de tobillo de repetición les recomendamos jugar con vendajes, especialmente en la fase de reincorporación al juego tras la lesión, y entrenamientos de la fuerza muscular, coordinación y propiocepción.